ADONDE ORIGINALS

Cuentos de Buenas Noches

para Niñas Rebeldes

Ruth Bader Ginsburg narrado por Ana Flores

Había una vez una niña que parecía callada y tímida, pero tenía una mente rápida y un gran corazón. Su nombre era Ruth. Ruth estudió leyes y se convirtió en una gran abogada. Estaba decidida a hacer del mundo un lugar más equitativo para mujeres, hombres, inmigrantes y personas de color. ¡Y así lo hizo! Primero como abogada y luego como jueza de la Corte Suprema de Los Estados Unidos, Ruth Bader Ginsburg hizo historia como la defensora de la voz de los oprimidos en su país.

Ninas Rebeldes Podcast: Ruth Bader Ginsburg narrado por Ana Flores

Ruth Bader Ginsburg narrado por Ana Flores

Ana Flores: Había una vez una niña tímida que un día crecería hasta tener una voz muy poderosa. Su nombre era Ruth. 

Ruth vivía en Brooklyn, Nueva York. Tenía vecinos muy diversos: algunos venían de Italia y otros de Irlanda. Unos hablaban polaco; otros, alemán. Muchos iban a la iglesia y otros, como ella misma, asistían a la sinagoga.

La mayoría de las tardes, Ruth salía a montar en bicicleta con su primo Richard y otros niños del barrio. Cuando jugaban, a ella le gustaba hacer de pirata o de agente secreto. Y cuando la agente Ruth tenía que escapar de los “tipos malos”, a menudo terminaba arriba del garaje de su vecino, saltando entre los techos de las casas. 

En la escuela, en cambio, le obligaban a ocultar su lado aventurero. Los profesores le pedían que se comportara más como una dama. De hecho, se suponía que algunas de las cosas que le enseñaban ahí —como cocinar y coser— le ayudarían a ella y a sus compañeras a ser mejores madres y amas de casa. 

Ruth se preguntaba por qué las chicas debían cursar materias como Economía del Hogar —ella odiaba cocinar—, mientras los varones aprendían cosas divertidísimas en los talleres, como cortar madera con una sierra para construir sus propios muebles. 

Soy Ana Flores, y esto es Cuentos de Buenas Noches para Niñas Rebeldes. Un podcast sobre las mujeres extraordinarias que nos inspiran, producido por Adonde Media.

En este episodio: Ruth Bader Ginsburg. 

::LA MEJOR DE SU CLASE:: 

Ana Flores: La madre de Ruth se llamaba Celia y se había graduado como la mejor de su clase en la escuela preparatoria. No había tenido la oportunidad de asistir a la universidad porque su familia sólo había ahorrado lo suficiente para pagar la educación de su hermano. Celia quería que las cosas fueran distintas para su hija Ruth. Tenía grandes expectativas para su carrera académica. 

Entonces, Celia ayudaba a Ruth con sus tareas del colegio y no aceptaba que trajera a casa una calificación menor que un “excelente”. Le contaba a su hija sobre las mujeres fuertes e independientes que habían cambiado al mundo; como Eleanor Roosevelt, que había luchado incansablemente por la liberación de las mujeres, las personas de color y los pobres.  !O Amelia Earhart! una valiente piloto aviador que cruzó volando el océano Atlántico.

Cuando Ruth estaba por terminar la preparatoria, no sólo había conseguido convertirse en la editora principal del periódico de la escuela, también practicaba malabares con el bastón de porrista, tocaba el violonchelo, había conseguido varias becas y era una de las mejores estudiantes de su clase. Justo como Celia.

Aunque su mamá estaba muy orgullosa, también se sentía preocupada. 

Estaba enferma de cáncer y esperaba vivir lo suficiente como para poder asistir a la graduación de Ruth. Tristemente, falleció unos días antes.

El luto le hacía sentir a Ruth como si no pudiera respirar. Pensó en quedarse en casa para cuidar a su padre, pero sabía que su mamá no hubiera querido que se diera por vencida.

Así que metió sus maletas en el carro de su papá y se dirigió a la universidad de Cornell para estudiar artes. Por la ventanilla del auto, Ruth vio cómo los edificios de la ciudad de Nueva York quedaban atrás y eran reemplazados por paisajes rurales, donde el verde de las hojas en los árboles le transmitía un enorme sentimiento de esperanza.  

::CORNELL:: 

Ana Flores: Muchas jóvenes asistían a la universidad no para aprender, sino para encontrar un marido. Y si una mujer quería invitar a salir a uno de sus compañeros, tenía que pretender que era mucho menos inteligente que él.

Ruth salió con un par de hombres durante su primer año de universidad, pero la mayoría de ellos parecían estar buscando una esposa que quisiera limpiar y cocinarles. Ella deseaba otro tipo de vida: una que involucrara cosas más emocionantes que cuidar la casa para hacer feliz a su marido.

En su segundo año de universidad se encontró con un hombre distinto a todos los que había conocido antes. 

Marty Ginsburg era un tipo alto y extrovertido; nada que ver con Ruth que, además de delgada y bajita, era bastante tímida. Aunque solía ser muy seria, de alguna manera Marty siempre lograba hacerla reír, y fue el primer hombre que se interesó… en su mente. 

Cuando Ruth se enteró de que existían abogados que se dedicaban a luchar porque las personas fueran tratadas de manera justa, deseó dedicarse a eso. 

Marty sabía que ella quería hacer del mundo un mejor lugar, y él iba a estar a su lado para verla lograrlo. “¿Por qué no nos volvemos abogados los dos?”, sugirió Ruth, y Marty aceptó de todo corazón.

Así que, una vez que se graduaron, Marty y Ruth se casaron y se dedicaron un tiempo a ahorrar dinero. Dos años más tarde, habían ahorrado lo suficiente como para poder costearse sus carreras en Derecho. Ahora, además, los acompañaría Jane, su pequeña hija de 14 meses.::UNA MUJER DE OTRA CATEGORÍA:: 

Ana Flores: Cuando Ruth entró a estudiar Derecho en Harvard, había más de 500 estudiantes inscritos, pero sólo 9 eran mujeres. Hacía pocos años que las mujeres eran admitidas en la universidad, y todavía no se les trataba con igualdad. Algunos profesores consideraban que eran “demasiado delicadas” para enfrentarse a los rigores de la escuela de derecho, así que en sus clases no les dirigían la palabra. A Ruth una vez le prohibieron la entrada a una sección de la biblioteca porque era “sólo para hombres”. 

Las cosas se fueron complicando durante su segundo año de carrera, cuando Marty… enfermó.

Al recibir  los resultados de los estudios y mientras el doctor se acercaba para discutir los posibles tratamientos, la única palabra que Ruth pudo escuchar fue… “cáncer”. Podía ver al doctor hablando, pero en su mente no dejaba de resonar la palabra. Sintió un nudo en el pecho; tenía las mejillas encendidas. 

¡No!… pensó Ruth. ¡No de nuevo!

Ruth acompañaba a Marty a sus tratamientos y se encargaba de las tareas domésticas. Después, cada mañana salía a estudiar a la universidad, cuidaba a su hija por las tardes, y pasaba las noches mecanografiando los apuntes que los compañeros de clase de Marty le prestaban. Una vez que Marty se había ido a la cama, Ruth empezaba a hacer sus propios trabajos para las materias de la universidad. Muchas veces terminaba cuando el sol ya había salido de nuevo.

Supo entonces que si era capaz de atravesar eso, sería capaz de cualquier cosa.

Gracias a la ayuda de Ruth, Marty pudo recuperarse, terminar su último año de la carrera de derecho y conseguir un trabajo en una firma de abogados de la ciudad de Nueva York. 

Ruth odiaba la idea de que Marty, que todavía estaba convaleciente, se mudara solo, y que su familia estuviera separada.

Así que pidió que la transfirieran a la escuela de Derecho de la universidad de Columbia en Nueva York, donde se graduó como la mejor alumna de su clase. 

::INJUSTICIA PARA UNA, INJUSTICIA PARA TODAS::

Ana Flores: Cuando Ruth terminó la carrera de Derecho, se enfrentó a un panorama complicado: nadie quería contratarla; ni en los  despachos de abogados, ni en ningún juzgado.

Se encontró con que un bufete de abogados ya había contratado a una mujer, y no les parecía necesario contratar a otra más. También con un juez que se negaba a incorporar a mujeres como funcionarias del tribunal porque le parecía descortés decir groserías frente a una dama, y no quería tener que “cuidar lo que salía de su boca”. Se topó incluso con ofertas de trabajo que advertían: “sólo hombres, no se necesitan mujeres para el cargo”. 

Finalmente, Ruth consiguió dos entrevistas de trabajo. En cada una de ellas, tuvo que sentarse al otro lado de la mesa, frente a hombres en trajes oscuros muy bien planchados. Cuando le hicieron preguntas, ella respondió de manera clara y meditada. Pero al llegar a su casa, nunca recibió sus llamadas.

Buscó durante meses y meses, hasta que al fin encontró a un juez que a regañadientes aceptó contratarla como asistente jurídica. Pronto se llevó la grata sorpresa de que Ruth no sólo era muy lista, sino que también trabajaba muy duro. 

Ruth era una excelente abogada, y las personas comenzaron a buscarla para ofrecerle casos importantes. Como el de una mujer que había sido obligada a renunciar a su trabajo por estar embarazada. O un hombre al que se le negó la pensión por viudez, pues solo una mujer viuda podía recibirla. Incontables trabajadoras que no recibían un pago equitativo al de sus colegas varones. Chicas a las que se les negaba la entrada a escuelas o a equipos deportivos. 

En esos momentos, muchas mujeres se encontraban marchando en las calles para demandar igualdad de derechos, pero Ruth decidió que su lucha la haría en el juzgado.

::CON EL PERMISO DE LA CORTE::

Ana Flores: Un frío día de enero, Ruth subió por las grandes escalinatas de mármol de la entrada de la Corte Suprema de los Estados Unidos. Esa mañana había escogido su atuendo con mucho cuidado, y llevaba puestos un prendedor y los antiguos aretes de su madre.

Adentro, nueve jueces, todos hombres, vestidos con togas negras, esperaban sentados detrás de un largo estrado de madera oscura, enmarcado por  gigantescas columnas de mármol y cortinas de terciopelo que colgaban desde el techo. 

Ruth estaba representando a la Teniente de la Fuerza Aérea Sharron Frontiero, que recientemente se había casado con un veterano de la Marina y  estudiante de tiempo completo en una universidad. Todos los compañeros hombres de Sharron que se habían casado, habían recibido dinero extra para su vivienda recursos que la joven familia de Sharron podría utilizar para pagar sus deudas. Pero le dijeron que como era ella quien estaba manteniendo a su esposo, no podría recibir ninguno de los beneficios: pues era su marido quien debía mantenerla a ella

Y si no estaba en condiciones de hacerlo, pues ni modo, era una lástima. 

Cuando llegó el turno de Ruth para hablar, se ubicó tras un pequeño atril de madera. La audiencia, a sus espaldas, donde se   encontraba también su esposo Marty –esperaba silenciosa.

“Presidente del tribunal, y con el permiso de la corte”, comenzó su discurso, con la voz un poco temblorosa. Le contó a los jueces sobre Frontiero y las dañinas leyes que trataban de manera desigual a hombres y mujeres. Y mientras hablaba, su voz se volvía más y más poderosa. 

Durante su discurso, los jueces no hicieron ni una sola pregunta, algo que no solía pasar. A menudo, los abogados se veían obligados a asumir una posición de defensa: se les interrumpía con tanta frecuencia que no lograban exponer sus argumentos.

Cuando terminó de hablar, Ruth se quedó preocupada: quizás ni siquiera le habían prestado atención. 

Pero un par de meses después descubrió que había ganado el juicio. 

Cuando el Juez William Brennan anunció su decisión, parafraseó las palabras que Ruth había pronunciado en su argumento de cierre: “La larga y lamentable historia de discriminación de género en Estados Unidos no ha puesto a las mujeres en un pedestal, sino en una jaula”. 

Enterarse del dictamen llenó de alegría a Sharron, y por fin recibió el dinero que la Fuerza Aérea le debía.

Pero cuando Ruth escuchó la decisión del juez, no se sintió igual de contenta. Ella deseaba que la corte anunciara que todo tipo de discriminación de género era injusta.

::TRAS EL ESTRADO::

Ana Flores: Ruth lideró seis de los principales casos ante la Corte Suprema de Estados Unidos y ganó cinco de ellos. Con cada uno, pavimentó el camino para cambiar la manera en que el país trataba tanto a las mujeres como a los hombres. 

Durante esta época, Estados Unidos eligió un nuevo presidente: Jimmy Carter. Cuando tomó el poder, casi no había jueces federales mujeres. El presidente Carter tenía la determinación de cambiar eso. Debido a su experiencia, Ruth se encontraba en la lista de posibles nominadas. 

Pero en su primera entrevista, un panel de puros hombres la interrogó sobre derecho mercantil, algo que no era su especialidad. “Le falta experiencia para el cargo”, le dijeron. Ruth se marchó de la entrevista hecha polvo.

Aunque ese fracaso la desalentó, el 14 de abril de 1980 el presidente Carter volvió a nominarla, esta vez para formar parte del Tribunal de Apelaciones del Distrito de Columbia. Mucha gente estuvo en contra de este nombramiento, pero al final, sólo un senador votó en su contra. Para junio, Ruth ya formaba parte de la corte. 

Celebró comiendo una caja de pollo frito. 

::LA CORTE SUPREMA:: 

Ana Flores: Durante los 13 años que pasó en el Tribunal de Apelaciones, mucha gente pudo admirar lo justa y confiable que era Ruth como jueza. Así que cuando el presidente Bill Clinton estaba buscando llenar una vacante en la Corte Suprema, invitó a Ruth a que se reuniera con él. En los ojos brillantes de esa pequeña mujer se podía leer toda su profunda agudeza mental. Clinton le hizo algunas preguntas y en cuestión de minutos ya sabía que ella era la candidata correcta.

Era un día soleado, y el perfume de las flores y el pasto recién cortado inundaba el aire cuando Bill Clinton propuso su nombramiento en el jardín de las rosas de la Casa Blanca. En su discurso, Ruth habló sobre su madre: “Rezo por poder ser todo lo que ella habría sido, si hubiera vivido en un tiempo en que las mujeres hubieran podido aspirar y conseguir, y las hijas hubieran sido tan valoradas como los hijos”. 

Como jueza de la Corte Suprema Ruth siguió luchando contra las leyes injustas. Cuando la corte sentenció que tenía que permitírsele a las mujeres formar parte del Instituto Militar de Virginia (que hasta ese momento era sólo para varones), Ruth fue capaz de prohibir de una vez por todas la discriminación por motivos de género en los Estados Unidos.

::LA GRAN DISIDENTE:: 

Ana Flores: A Ruth le gustaba llegar a acuerdos con sus compañeros jueces, pero conforme pasaba el tiempo, cada vez disentía más con ellos. 

Después de las audiencias de cada caso ante la Corte Suprema, los jueces discuten y votan. Para ganar un caso, aquellas personas que se presentan frente a la corte deben convencer a la mayoría de los jueces de estar de acuerdo con ellos. Entonces, escriben la decisión oficial de la corte, que se llama dictamen principal. Si no están de acuerdo, aquellos que sean minoría pueden emitir una opinión de disenso. 

Cuando la corte se negaba a proteger los derechos de las mujeres, las personas de color o los migrantes que eran tratados de manera injusta en el trabajo… Ruth disentía.

Si la corte fallaba en proteger el derecho al voto de todos los ciudadanos, sin importar su color de piel… Ruth disentía. 

Disentir no lograba cambiar el veredicto de la corte, pero Ruth esperaba que sus opiniones le hicieran notar a la gente las situaciones de desigualdad. Y, a veces, su opinión disidente hizo la diferencia.

Ruth escribió un discurso de disenso muy duro cuando la corte dictaminó en contra de una mujer que estaba luchando por un pago digno. Las palabras de Ruth fueron tan inspiradoras que el Congreso redactó una nueva ley para asegurar que las mujeres recibieran un pago justo por su trabajo. 

::AMOR VERDADERO::

Ana Flores: Ruth no podría haber pedido a un mejor compañero del hogar que Marty. A menudo la convencía de tomar un descanso durante sus largas noches de trabajo, ofreciéndole deliciosos manjares hechos en casa. Y en 2010, cuando le diagnosticaron cáncer por segunda ocasión, a Marty todavía se le podía encontrar metido en la cocina, entre el vapor y el aroma de especias, asegurándose de que Ruth siempre tuviera algo delicioso para comer al llegar a casa. 

Después de 56 años de matrimonio… Marty murió. 

Ruth tenía el corazón destrozado: su mejor amigo acababa de partir. Pero también era el día más importante del calendario en la Corte Suprema: el último día en el que podían tomarse decisiones importantes. Sus hijos la convencieron de que no podía faltar.

Así que se colocó un moño negro en el pelo y, con el semblante pálido pero la voz firme, se presentó al juzgado.

Fue uno de los momentos más difíciles de su vida, pero ella sabía que Marty hubiera deseado verla sentada en el estrado. 

::MÁS ALLÁ DEL ESTRADO:: 

Ana Flores: Ruth fue la segunda mujer que llegó a convertirse en jueza de la Corte Suprema. Nunca dejó de asistir a la ópera, de viajar ni de ejercitarse dos veces por semana; y sólo se retiró de los deportes acuáticos extremos hasta que tuvo casi 80 años. Incluso seguía desvelándose toda la noche para terminar su trabajo… justo como hacía en la universidad. 

Luego de vencer al cáncer en dos ocasiones, Ruth falleció el 18 de septiembre de 2020, a la edad de 87 años. Miles de personas se reunieron frente al edificio de la Corte Suprema, dejando flores, mensajes y velas encendidas para despedirla.

“Creo que lo más satisfactorio que encuentro en la vida es haber formado parte de un movimiento social que mejoró la vida de las personas, y no sólo de las mujeres”, dijo. “La discriminación de género es mala para todo el mundo. Haber tenido la oportunidad de ser parte de ese cambio es tremendamente gratificante”.

::OUTRO Y CREDITOS:: 

Sofía Sanchez Ruiz:  Hola yo me llamo Sofía Sanchez Ruiz, tengo 10 años y vivo en la Ciudad de México.  Este episodio fue presentado por Ana Flores. 

Ana Flores es una productora de contenidos y empresaria nacida en Estados Unidos y criada en El Salvador. Actualmente, lidera la red de influenciadoras digitales “We All Grow Latina” con la misión de elevar las voces y las historias de mujeres latinas mediante el poder de la comunidad.  

Este episodio fue producido por Adonde Media. Está adaptado del podcast en inglés creado por Rebel Girls, basado en la serie Cuentos De Buenas Noches Para Niñas Rebeldes. El libro fue escrito por Elena Favilli y Francesca Cavallo y publicado en Español por Editorial Planeta. 

El equipo de Adonde Media incluye a: Laura Hernández en la producción principal. Mariano Pagella fue el supervisor de producción y realizó el diseño sonoro junto a Giovanna Romano Sanchez. Laurent Apfell hizo la Mezcla y el Mastering. Martín Cruz fue el supervisor general de audio y Martina Castro fue la productora ejecutiva.  

La versión original en Inglés fue producida por Elena Favilli, Joy Fowlkes, y Meg Murnane. Alexis Stratton escribió este episodio y Mattia Marcelli hizo la mezcla de sonido. La canción principal fue compuesta por Elettra Bargiacchi quien también estuvo a cargo del diseño sonoro.

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Episodio Extra: Conoce a Ana Flores

Ana Flores es una productora de contenidos y empresaria nacida en Estados Unidos y criada en El Salvador. Actualmente, lidera la red de influenciadoras digitales “We All Grow Latina” con la misión de elevar las voces y las historias de mujeres latinas mediante el poder de la comunidad.

Ninas Rebeldes Podcast: Extra: Conoce a Ana Flores

Conoce a Ana Flores

Sofia Sanchez Ruiz: Bienvenidos a Cuentos de Buenas Noches Para Niñas Rebeldes. Hola, yo me llamo Sofia Sanchez Ruiz, tengo 10 años y vivo en la Cuidad de Mexico. 

Ana Flores es una productora de contenidos y empresaria nacida en Estados Unidos y criada en El Salvador. Actualmente, lidera la red de influenciadoras digitales “We All Grow Latina” con la misión de elevar las voces y las historias de mujeres latinas mediante el poder de la comunidad.  

Sofia Sanchez Ruiz: ¡Hola Ana! Por favor preséntate y cuéntanos algo más de ti. 

Ana Flores: Hola, me llamo Ana Flores. Nací en Houston, Texas, pero crecí en El Salvador. Vivo ahora en Los Ángeles y soy mamá de una niña hermosa de 15 años y tengo una comunidad de empoderamiento para las mujeres latinas que se llama We All Grow Latina.  

Sofia Sanchez Ruiz: ¿Por qué te pareció importante participar en este podcast?

Ana Flores: Es muy importante para mí participar en este podcast porque yo me considero una niña rebelde y estoy criando una niña rebelde y quiero seguir fomentando que todas… todas, crezcamos ese espíritu de niñas rebeldes.  

Sofia Sanchez Ruiz: Narraste la historia de Ruth Bader Ginsburg, ¿qué es lo que más te inspiró?

Ana Flores: Lo que más me inspira de Ruth Bader  es que ella nunca dijo que no. Su espíritu rebelde de saber que hay algo más. Saber que ella podía hacer un cambio porque ella creía profundamente en que todos merecemos ser tratados con igualdad.

Sofia Sanchez Ruiz: ¿Cómo crees que las niñas pueden aprender a empoderarse y a trabajar para conseguir sus sueños desde pequeñas?

Ana Flores: Pues primero, el poder ya lo tienes en ti. Nadie te puede empoderar. Lo que puedes hacer es acercarte más a las personas que te inspiran a poder sacar ese poder, a poder utilizar ese poder de manera correcta, de una manera que venga de tu propia inspiración y hasta desde un lugar de amor. Pero el poder ya lo tienes.

Sofia Sanchez Ruiz: Para todas las niñas que están interesadas en dar visibilidad a los temas relevantes en la actualidad. ¿Qué consejo les darías? 

Ana Flores: Que no se limiten y que crean en esa voz que traen adentro. Esa voz que es su verdad. Esa voz así como la de Ruth Bader Ginsburg que le dijo que sabía de que había algo más, de que había manera de lograr que todos fuéramos tratados con igualdad. ¿Cuál es esa voz que está dentro de ti y cómo la vas a empoderar? Y cómo vas a seguir creyendo en ella y encontrando el camino para poder usarla. 

Sofia Sanchez Ruiz: Si tuvieras la oportunidad de ir a cenar con una niña rebelde (o modelo de inspiración) ¿a quién invitarías y por qué? 

Ana Flores: Ay, pues son tantas, de verdad son tantas. Y voy a decir una que creo que todas quisiéramos, que es Frida Kahlo, y es porque siempre la he admirado, porque ese espíritu rebelde nunca desistió de él, aún con todos los obstáculos que tuvo en su vida, siempre supo como salir adelante, como seguir creciendo en sus sueños y cómo fomentar la cultura de México que para mí… amo  la manera en que ella lo hizo como… como artista.

Sofia Sanchez Ruiz: Y por último, ¿qué te hace una niña rebelde? 

Ana Flores: Soy una niña rebelde porque nunca me conformo. Porque siempre sigo la voz que está dentro de mí, aunque afuera pareciera que nadie creyera en eso o que no sería el camino correcto. Pero siempre, siempre, creo y confío en las voces que traigo dentro de mí. 

Sofia Sanchez Ruiz:  ¡Gracias Ana y hasta la próxima! 

Sofia Sanchez Ruiz: Este episodio fue producido por Adonde Media. Si te gustó corre YA a compartirlo en redes sociales. Y si quieres escuchar más episodios ingresa a www.adondemedia.com o búscalo en tu aplicación de podcast favorita.  

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Equipo de producción

Conooce a los productores, editores, diseñadores de sonido y más que trabajan con nosotros para dar vida a este podcast.

martina

Martina Castro

Productora ejecutiva

Los Ángeles, EE.UU

Laura Hernández

Productora principal

Brooklyn, EE.UU

Mariano Pagella

Supervisor de producción y realizador del diseño sonoro

Buenos Aires, Argentina

Laurent Apfell

Mezcla y mastering

Santiago, Chile

Martín Cruz

Supervisor general de audio

Santiago, Chile

Giovanna Romano Sanchez

Realizadora del diseño sonoro

Los Ángeles, EE.UU