ADONDE ORIGINALS

Emprendedores con Luis von Ahn

DIANA SIERRA Y BE GIRL

Lograr el éxito con un emprendimiento social

A Diana Sierra nunca se le ocurrió que el acceso a productos de higiene femenina pudiera ser un gran problema para alguien. Descubrir esto generó una obsesión en ella por intentar aliviar ese problema, que la llevó a crear Be Girl, un emprendimiento social que fabrica y distribuye productos para el cuidado femenino reutilizables en 31 países y que ha beneficiado a más de 55.000 niñas.

CONTENIDO EXTRA

NOTAS DEL EPISODIO
Durante los últimos 6 años, Be Girl ha distribuído más de 55.000 productos para mujeres en más de 30 países. Cada año, la empresa realiza un estudio de impacto de la salud menstrual, pueden consultar el más reciente (2020) aquí. En años recientes la empresa ha liderado proyectos con Naciones Unidas, USAID entre otras ONGs para continuar revirtiendo el estigma sobre la menstruación.

Pueden obsequiar un kit de protección menstrual a una niña en situación de vulnerabilidad haciendo click aquí.

TÉRMINOS QUE QUIZÁS NO CONOCÍAS:

Millennium Villages Project:
Fue un proyecto del Earth Institute en la Universidad de Columbia que buscaba comprobar cómo el desarrollo en comunidad y las intervenciones de bajo costo podían ayudar a los países a cumplir los Objetivos del Milenio, planteados por Naciones Unidas. El proyecto tuvo 10 Millenium Villages en África, comenzó en 2005 y cerró en 2015.

Inversor ángel:
Es una persona que invierte en la fase inicial de un emprendimiento a cambio de participación en la empresa. Muchas veces, los “ángeles” también son mentores para los emprendedores.

Grand Challenges Canada:
Una organización sin ánimo de lucro canadiense que usa el modelo de “Grandes Retos” para financiar soluciones a problemas de salud y desarrollo en países en vía de desarrollo. Desde 2010 la organización ha apoyado a más de 1.000 proyectos en 80 países distintos. 

Diana Sierra: A mí nunca se me ocurrió en la vida que no tener acceso a toallas sanitarias o a productos de cuidado femenino fuera un problema para alguien, nunca en mi vida.

Luis von Ahn: La idea para un emprendimiento suele nacer al darnos cuenta que algo que dimos por sentado, en realidad no lo es. Se siente como si se nos abrieran los ojos. Y algo así le sucedió a Diana Sierra.

Diana Sierra: A mí, honestamente, como diseñadora y como una persona que viene de un país en vías de desarrollo, como lo es Colombia, no me cabía en la cabeza que habían tantos problemas  tan grandes que se pueden solucionar con objetos. 

Luis von Ahn:  Quizás no le cabía en la cabeza en ese momento, pero sí sintió de inmediato esa obsesión que une a todos los emprendedores – ante un problema, nos obsesionamos con encontrar una solución.  

Diana Sierra: Yo dije “Bueno, las niñas en estos momentos están ingeniandoselas y se colocan trapitos, pedacitos de algodón o cualquier cosa absorbente que encuentren a la mano, amarrada a los pantaloncitos. Yo como podría hacer para copiarme la toalla desechable que tengo, pero con materiales que sean lavables, que se puedan reutilizar?”.

Luis von Ahn:  Esa idea iba a ser un disparador que iba a llevar a Diana a diseñar un producto y fundar una empresa. Y a través de su empresa iba a lograr que niñas y mujeres en decenas de países tuvieran acceso a sus productos para el cuidado femenino… de manera completamente gratis.

Hola, soy Luis von Ahn. 

Y conozco muy bien esa obsesión que atrapó a Diana y que la convirtió en emprendedora. Ese… mecanismo para detectar problemas o necesidades y buscarles una solución. Es lo que me llevó a crear productos como Duolingo, una aplicación para aprender idiomas desde tu teléfono, de forma completamente gratis. O re-captcha, un programa que por un lado ayuda a comprobar que no eres un robot en una página web, que al mismo tiempo está ayudando a digitalizar millones de libros por el mundo.  Este podcast se va a tratar de eso…

De cómo un emprendedor o una emprendedora encuentra un problema, y atraviesa modelos de negocio, rondas de levantamiento de capital, pruebas de concepto y de mercado para llegar al éxito con su producto. Pero también vamos a ir un paso más allá. Vamos a escuchar historias de emprendedores que se han dedicado a resolver problemas grandes con sus productos y crear empresas que tienen como parte de su génesis lograr un cambio en el mundo.

Son emprendimientos sociales. Y Diana los describe muy bien.

Diana Sierra: ¿Que es un emprendimiento social? Pues básicamente somos las personas que estamos aquí haciendo el negocio de hacer las cosas bien y de hacer cosas que sean para el beneficio de la humanidad. 

Luis von Ahn:  Esto es “Emprendedores”: historias de fundadores de empresas que están cambiando el mundo

Una producción original de Adonde Media.

En este episodio, Diana Sierra y Be Girl: lograr el éxito con un emprendimiento social.

Diana Sierra:  Todos los emprendimientos sociales siempre salen como de una chispita, así de un evento o de una situación personal y en el caso mío esta ocurrió en el 2011, 2012 cuando estaba trabajando en un proyecto de la Universidad de Columbia y tuve la oportunidad de viajar a Uganda, donde trabajé en unos proyectos que se llamaban los Millenium Village.

Luis von Ahn:  Diana estaba estudiando una maestría en diseño sustentable en Columbia. Y a través de una de las clases que estaba tomando, vió la posibilidad de sumarse a ese proyecto en Uganda, y la tomó. Mientras estudiaba, Diana también trabajaba como diseñadora industrial en Panasonic. Hacía ocho años que se había mudado a Nueva York desde Colombia. Y parecía que ya tenía definido su futuro… hasta ese viaje clave.

Diana Sierra: Bueno, cuando yo llegué a Uganda yo tenía que trabajar en unos proyectos y uno de esos era trabajar con un grupo de artesanas para ayudarles a hacer unos productos mucho más, digamos, más versátiles de artesanías que pudieran vender en su cooperativa. Y resulta que esa cooperativa era para ya mujeres, digamos, que tuvieran hogar o que ya estuvieran casadas, no era para niñas. 

Sin embargo, teníamos una demanda muy grande de niñas de 11 añitos, 12, 13 añitos pidiendo ser parte de la cooperativa. El problema es que como esto era un proyecto de Naciones Unidas, uno realmente no puede emplear niños. Sin embargo, tú sabes que esos niños no están yendo a la escuela, porque te están pidiendo trabajo. 

Entonces yo empecé a darles clases los domingos después de la iglesia y ahí fue cómo me di cuenta que el problema básicamente es cuando a las niñas les llega la menstruación y no tienen absolutamente nada que ponerse para cuidar del período, pues básicamente empiezan a faltar a clases. 

Hay un problema muy grande y es todo el tabú que encierra lo que es la conversación sobre la menstruación. No es lo mismo ir al colegio con una cortada en el brazo y tener de pronto una pinta de sangre en tu brazo, a traerla detrás en el uniforme. Por ejemplo, en Uganda está la creencia de que si tu tienes la menstruación y le pasas cerca de la olla o le llegas a condimentar, que la gente que se come la comida se puede enfermar, entonces es como si tú fueras una maldición ambulante. Entonces ahora imagínate que eso se llegue a ver a través de tu uniforme. Nadie quiere mostrar públicamente que está menstruando.

¿Qué pasa? En estas condiciones, muchas veces si tú no vas a la clase, pierdes absolutamente todo el contenido que se dictó en esa aula de clase. ¿Por qué? Porque no hay libros, no hay donde tomar notas. Entonces, pues, básicamente es muy fácil para una niña que tiene que faltar 4 días al mes, quedarse totalmente atrás. Entonces, ¿qué pasa? Cuándo tienen que pagar las matrículas y las mensualidades, eso es costoso. Y si la niña empieza a bajar el rendimiento académico, pues simplemente los papás la sacan de estudiar y la ponen a trabajar en la finca. Esto no es que la mamá tenga y la niña no. Sistemáticamente son poblaciones vulnerables que no tienen acceso a este tipo de productos, porque la mayoría de veces son productos, digamos, desechables, que bien sea por costos o por acceso, estas personas no tienen básicamente la opción de tenerlos. Muchas niñas aún así van a la escuela. Amarrándose los trapitos, los pedacitos de tela y aún así logran ir. Lo que pasa es que cuando esto es una constante, porque estamos hablando de niñas que tienen que caminar kilómetros para ir a la escuela. Y cuando lo hacen con todo este montón de materiales que son, no solamente anti higiénicos, pero son tan toscos, obviamente se les hacen llaguitas entre las piernas. Entonces llega a un punto que pesa tanto en la niña que ya es que ya no aguanta más. 

Básicamente lo que pasó fue que, pues yo soy un diseñador industrial, entonces una de las, digamos, de las maravillas que tenemos nosotros es que a nosotros nos entran problemas por una oreja y nos salen objetos por nuestras manos. Diseñamos. Entonces ¿yo cómo podría hacer para copiarme la toalla desechable que tengo, pero con materiales que sean lavables, que se puedan reutilizar?”.

Entonces cogí una sombrilla y la desbaraté y de ahí tomé la tela. Y una mosquitera, que es la parte, digamos, impermeable de la parte de arriba y con las dos, básicamente, pues las cosí y hice un bolsillo que básicamente tú puedes rellenarlo con cualquier material absorbente. Entonces, cuando ya vi que el prototipo estaba bien y que lograba con las alitas de la toallita y los botones ajustarla bien a un panti, dije yo. “Bueno, por aquí el asunto es”. Entonces ajusté bien las medidas […] y hice muchos prototipos como para 50 niñas y a cada una le daba 2 toallitas lavables y con ellas fue las que hicimos, digamos la primera parte del piloto en esta escuela de Uganda. Entonces el feedback lo que nos dijeron fue increíble, pues básicamente las primeras toallas que yo había hecho eran de color negro y lo único que las niñas querían era que fueran coloridas, que las hiciéramos bien fashion, no?

Cuando yo ya regresé a Nueva York, llegué con esta idea en las manos y ahí fue cuando le dije a mi profesor “Mire aquí esta necesidad, yo hice estos prototipos, les hice ese seguimiento. Yo quisiera poder extender más mi investigación”. Y ahí fue cuando él me dijo “Bueno, Diana, empezaste en Uganda, puedes llevarte ese proyecto a Tanzania, Ruanda, Malawi”. Entonces ya un piloto que yo empecé a hacer por seis meses, me lo llevé a otros cuatro países y lo hice por un año entero. 

Yo pagaba por todo. Yo trabajaba en todo. Yo estaba diseñando un montón de computadores, de laptops, de cámara para Panasonic, y yo cogía todo mi cheque y me lo gastaba en mis prototipos, en mis en mi investigación, en mi desarrollo y pues obviamente, pues muy afortunada que económicamente me pude dar el lujo de yo misma con mi trabajo de tiempo completo poder digamos, pagar el desarrollo de este otro proyecto de corazón, como siempre lo llamé yo. 

Y resulta que después de un año de estar haciendo esto, el seguimiento y todo y estar revisando, porque, pues, obviamente tú tienes que hacerle seguimiento por varios ciclos, para ver si realmente las toallitas funcionan y no y todo esto, hubo una carta en particular, una carta no, digamos que estos cuestionarios que uno recibe con los comentarios de las niñas, una niña en particular de Tanzania que se llama Alfonsina. Al final del cuestionario decía que lo que más le gustaba de las toallitas que le habían regalado en la escuela, pues obviamente las que había mandado yo, era que alguien en alguna parte del mundo la quería porque había hecho esas toallitas tan lindas para ella y que ella se sentía orgullosa de ser niña. De ahí, porque lo escribieron, obviamente en un inglés un poquito roto y esto con las traducciones decía “Somebody somewhere loves me, because they made this beautiful pads for me and I feel proud to be girl”. 

Y de ahí fue que salió la idea de Be Girl, porque no es “be a girl”, no, es “Be girl”, tal como esta niña Alfonsina lo dijo en su cuestionario.

Si una niña a un océano de distancia, en un continente diferente, se está sintiendo querida porque logró recibir un objeto lindo que le diera dignidad, que le diera alegría, que le hiciera sentirse celebrada, apoyada. Esto como diseñador lo es todo.

Para mí fue como un llamado así más allá. Es como una cuestión, eh, de propósito en la vida. Y yo me acuerdo, yo estaba leyendo eso un miércoles. El jueves yo fui a Panasonic y les dije “yo a ustedes les agradezco mucho la oportunidad de trabajo, pero mi propósito de vida está en otra parte”. Yo les dije “esto ya no es un proyecto personal, ya esto es un proyecto de vida y yo me voy a dedicar tiempo completo a esto”. 

Luis von Ahn: Este es un momento que ningún emprendedor olvida jamás. Cuando decidimos enfocar todas las energías en nuestro proyecto. Es un momento importante, pero también peligroso, porque muchos piensan “Listo, tengo el producto, funciona, ya está”. Y en realidad, esto es solo el inicio. A continuación, vamos a conocer cómo Be Girl se convierte en una empresa rentable con un producto diseñado desde su impacto social y orientado a mercados poco desarrollados.

Diana Sierra: Cuando tú estás trabajando para llevarles servicios o productos a una comunidad o a un, digamos, a una parte del mercado que se considera “mercados no viables”, conseguir inversión es muy complicado, porque nosotros no somos los unicornios que tú vas a ver por allá en California, pues esos apps que van a explotar el mercado, no. Pero igual lo que hacemos tiene igual o más valor. 

Luis von Ahn: Lograr que nuestro emprendimiento sea rentable es una de las partes más difíciles en la vida de una empresa. Y con un producto como el de Be Girl, orientado a mercados poco desarrollados, el desafío es todavía mayor. Es aquí donde generalmente tenemos que utilizar una herramienta muy importante para cualquier emprendedor: la creatividad…

Diana Sierra: Por ahí una amiga mía que me escuchaba que yo andaba en todo este rollo, me dijo “escriba un artículo para el Huffington Post y comparta lo que está haciendo. Yo tengo un amigo que yo sé que la historia le va a encantar” y dije yo “pues, ¿por qué no?”. Y me puse con un compañero de la universidad que se llama Pablo Front, que él también me venía apoyando en todo esto y le dije yo “Pablito, ayúdame a escribir y vamos a hacer un post y esto”. Lo escribimos. 

Habían unas aplicaciones para una incubadora, para hacer emprendedores sociales. Yo no tenía ni idea qué era eso, pero Pablo me dijo “metámonos que por aquí es”. Dije yo “listo, listo”.

Y yo creo que en cuestión de unos tres meses ya habíamos pasado en la incubadora y una señora de Suecia nos contactó por internet, porque teníamos una paginita de Internet donde teníamos todos los datos y nos dijo “Ay yo voy a estar de paso por Nueva York, porque voy a unas reuniones y me encantaría saber sobre su proyecto, yo trabajo con escuelas”. Y nosotros, pues claro, nos sentamos, un café, le mostramos los prototipos y al final del café llega y nos dice ella “Bueno, y ustedes que, están interesados en inversión?” Y nosotros pues no tenemos ni siquiera un plan de negocios. “No, hagan un plan de negocios y yo les invierto”. 

Ella fue nuestro primer inversor Ángel, que le dicen, Angel Investor, invirtió 300000 dólares por 20 por ciento de la empresa. Y ahí fue con el del 2000 ya 14, Be Girl arrancó con toda y desde ahí es que somos “empresa empresa”. Entonces yo empecé este emprendimiento con un compañero de la universidad, que como dice el cuento, apasionado en estos temas, se unió a la causa y nosotros somos los co-fundadores de Be Girl, que es Pablo Front y yo.

Siempre hemos sido como cuatro personas hasta el año 2017, 18 que logramos tener una beca del gobierno de Canadá, una beca que se llama “Los grandes desafíos”, “Grand Challenges Canada”. Y ahí fue cuando ya tuvimos de verdad, como digamos, mucho más apoyo para abrir una oficina fuera de Estados Unidos en otro continente, como lo que estoy haciendo yo ahorita aquí en Mozambique. Yo llegué a Mozambique a mediados de 2018 a abrir una oficina en continente africano. Entonces, pues, ahorita en Estados Unidos, si el equipo es de cuatro personas, siempre ha sido un cuatro y aquí tenemos un equipo ya de ocho. Entonces aquí el equipo ya de Mozambique es mucho más grande porque tenemos más operaciones de trabajo de campo.

Entonces, qué hacemos nosotros como empresa?

Y pues básicamente nosotros nos dedicamos a romper todo lo que son los estigmas de la menstruación a través del diseño, generando y creando productos lindos que le permitan a las niñas y a las mujeres entender su cuerpo, manejar su cuerpo y amar su cuerpo.

Nosotros no solamente tenemos las toallitas, ya como empresa hemos evolucionado mucho, es más, ya tenemos los panties para el período. Tenemos también las toallas lavables. Y tenemos copas también. Entonces nosotros tenemos los tres productos, que son todos los productos que nosotros manejamos para el cuidado femenino, son todos de larga duración. Y aparte de eso tenemos unos relojitos que hemos diseñado para enseñarle a las niñas a contar el período. Y son relojitos manuales y básicamente, pues con ellos las niñas tienen la posibilidad de entender cómo funciona el ciclo de una forma muy sencilla.

Y por último tenemos también como producto todo lo que son las campañas de comunicación que hacemos nosotros a través de nuestra filosofía, que es la parte de “ama tu cuerpo”, para básicamente quitar todo lo que son los mitos del período y que hablar de la menstruación sea algo que no sea tabú y empezar a cambiar todas esas conversaciones negativas por algo positivo. Entonces eso es lo que nosotros hacemos.

Nosotros hacemos dinero porque nosotros tenemos dos líneas de negocio. Nosotros le vendemos productos directamente a ONGs y a gobiernos que tienen proyectos con poblaciones vulnerables y también tenemos productos que se venden directo al consumidor, donde tú te puedes meter en nuestra página de Internet y tienes acceso a nuestros productos. ¿Dónde? Aquí en Mozambique, por ejemplo, tenemos nuestros productos en tiendas comerciales. Entonces, los mismos panties a los que tú tienes acceso en Nueva York son los mismos panties que se venden aquí en Mozambique y son los mismos que se van a entregar en el Serengueti o en las Islas Solomon. Es la misma calidad de productos para todo el mundo. Al final nosotros, como digamos, como empresa, somos una empresa privada y tiene acciones y tiene aspiraciones de hacer lucro. Pero por qué? Porque queremos estar en el negocio de hacer las cosas bien. Entonces nosotros escogimos esta figura de organización porque nosotros tenemos patentes. Nosotros tenemos patentes sobre nuestros desarrollos de diseño, tenemos patente sobre el diseño de la toalla sanitaria, tenemos patente sobre el relojito, tenemos trademarks, tenemos todo este tipo, digamos, de cosas que tienen valor intelectual. 

(Suspiro) Ha sido una batalla fuerte. Yo dejé… o sea, yo en estos momentos me gano la tercera parte de lo que me ganaba hace cinco años atrás. Pero yo me despierto feliz todos los días a hacer mi trabajo con ganas porque sea lo que sea que estamos haciendo está funcionando.

Luis von Ahn: Actualmente, los productos de Be Girl llegan a más de 30 países. A lo largo de todos estos años, Diana aprendió muchas cosas sobre planes de negocios, cómo conseguir financiación y llegar a mercados complejos. Sin embargo, su consejo más importante para alguien que esté pensando en emprender como ella, no es algo que se aprende en una escuela de negocios.

Diana Sierra: Una cuestión que es súper importante es cómo balanceamos el amor que le damos a nuestros proyectos y el amor que le damos a la gente que queremos. 

En el caso mío, yo estaba casada, yo estaba casada y tuve una pareja a quien quise mucho y todavía respeto mucho porque, pues fue mi compañero por 18 años de mi vida, Yo me casé súper joven. Y desafortunadamente en muchas, digamos de las decisiones o de las cosas que se hicieron, no supe balancear bien ese peso entre lo personal y lo laboral. Y no es que yo le eche la culpa al emprendimiento, no, porque el proyecto y el trabajo como tal no tiene la culpa como uno balancea su vida. Entonces, no dejen atrás las otras cosas que también te llenan de felicidad y te dan amor y te dan esas, esas cosas bonitas que tienes en la vida. 

Luis von Ahn:  Esto es tan, tan importante. Y muchos emprendedores no  le prestan la atención que se merece, hasta que es demasiado tarde. A mí me sucedió exactamente lo mismo que a Diana. Yo también me separé luego de muchos años. Lo que ocurre es que la línea entre nuestras vidas personales y nuestros emprendimiento a veces desaparece por completo. Para muchos de nosotros nuestros emprendimientos son nuestras vidas. Entonces, encontrar este balance del que habla Diana, puede convertirse en uno de los desafíos más grandes para todo emprendedor.

Diana Sierra: Si hay alguien que está casado con un emprendedor, pareja, novio, lo que sea. Escuche, que es que muchas veces no es que estemos escogiendo entre el trabajo y ustedes, no. Es que esto es lo que somos y esto es lo que nos da vida. Entonces tienen también que entender eso, que si lo van a querer a uno lo tienen que querer con todo ese paquete que uno trae que es ese amor hacia el trabajo y hacia el propósito de vida.

Luis von Ahn: Esto fue “Emprendedores”, historias de fundadores de empresas que están cambiando el mundo. Una producción original de Adonde Media.

Puedes encontrar material adicional sobre Diana Sierra y Be Girl y una lista de los términos de negocios de este episodio ingresando a adondemedia.com/emprendedores.

Este episodio fue producido por Laura Ubaté.

El guión y la mezcla de sonido fueron realizados por Mariano Pagella.

Asistencia editorial de Catalina May.

La masterización fue de Juan Pablo Culasso.

Martina Castro es la productora ejecutiva.

Puedes encontrar todos los episodios en tu aplicación favorita de podcast.

Yo soy Luis von Ahn. Gracias por escuchar.

Equipo de producción

Conozca a los productores, editores, diseñadores de sonido y más que trabajan con nosotros para dar vida a este podcast.

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Martina Castro

Fundadora & CEO

Los Ángeles, EE.UU

Mariano Pagella

Editor

Buenos Aires, Argentina

Laura Ubaté

Productora

Bogotá, Colombia

Catalina May

Editora asociada

Santiago, Chile

Martin Cruz

Supervisor de sonido

Santiago, Chile

Juan Pablo Culasso

Ingeniero

Bogotá, Colombia